Escribir en aquel lugar debía de ser maravilloso, las musas allí : coronadas las reinas de la villa, revoloteando como pájaros, libres de prejuicios ni dogmas establecidos. Colmando de ideas, palabras, y sueños a un Federico García Lorca enigmático y transgresor, sin temor alguno a su pluma.
¿Y esas largas horas sentado junto a su escritorio?, deslizando verbos, adjetivos, nombres... sobre sus preciadas cuartillas. Letras y letras hilvanadas al son de la música de su alma. Un alma en ocasiones; compungida, y nostálgica; otras tantas animosa, y constante mas pintoresca, e incluso diría que teatral.
Un buró ávido de historia, que rezuma una luz especial; visible a miradas hipnotizadas por la pureza y humildad señorial de su alcoba. Desde el balcón, observo a su «Cisne redondo...ojo de las catedrales», —así, la llama en «Bodas de sangre»—, y una figura elegante , frente a "ella". ¡¿Su sombra atrapada por su majestuosidad por siempre, quizá ?!
¡Ring, ring! El timbre que despierta mi realidad. Son las siete de la mañana. Sobre la mesa, facturas, recibos, y albaranes aguardan mi descafeinada rutina. Su luna, no es la mía...
¿Y esas largas horas sentado junto a su escritorio?, deslizando verbos, adjetivos, nombres... sobre sus preciadas cuartillas. Letras y letras hilvanadas al son de la música de su alma. Un alma en ocasiones; compungida, y nostálgica; otras tantas animosa, y constante mas pintoresca, e incluso diría que teatral.
Un buró ávido de historia, que rezuma una luz especial; visible a miradas hipnotizadas por la pureza y humildad señorial de su alcoba. Desde el balcón, observo a su «Cisne redondo...ojo de las catedrales», —así, la llama en «Bodas de sangre»—, y una figura elegante , frente a "ella". ¡¿Su sombra atrapada por su majestuosidad por siempre, quizá ?!
¡Ring, ring! El timbre que despierta mi realidad. Son las siete de la mañana. Sobre la mesa, facturas, recibos, y albaranes aguardan mi descafeinada rutina. Su luna, no es la mía...